Situación de México
Extracción del libro “Sobre
estándares y evaluaciones en América Latina” de Patricia Arregui (Ed).
En 1970, México estableció una
oficina en la Unidad de Planificación Educacional de la Secretaría de Educación
Pública, que finalmente se transformó en la Subdirección de Evaluación y
Acreditación, con el propósito de estudiar las características y la calidad del
sistema educacional del país. Los profesionales involucrados llevaron a cabo
estudios de aptitud en niños de sexto grado de la educación básica y
establecieron un examen de ingreso a la educación secundaria.
Durante el período 1976 a 1982 la
Subdirección investigó el aprendizaje en una muestra representativa de alumnos
que cursaban el cuarto y quinto grado. Los resultados de esta evaluación
aparecieron en publicaciones científicas y especializadas, no siendo divulgadas
de ninguna otra manera, y las autoridades les prestaron poca atención.
En efecto, la información con
respecto a la evaluación se transformó en un “secreto de Estado” solo conocido
por un reducido número de profesionales de la Secretaría. Este enfoque
dificultó el desarrollo técnico como asimismo la utilización para el diseño de
políticas.
Durante el período 1983 a 1988,
en México se desarrolló un examen para egresados de las escuelas de
capacitación de profesores. Posteriormente, en 1989, se tomó la decisión de
aplicar el concepto de evaluación de manera más amplia con el fin de mejorar la
enseñanza y el aprendizaje y de publicar
los resultados. En 1992 el gobierno federal y las Asociaciones Gremiales Nacionales de Profesores acordaron
un programa tendiente a modernizar la educación básica a través de su
descentralización a nivel de los estados, dejando en manos del gobierno federal
la responsabilidad de medir y evaluar el aprendizaje y asegurar la calidad de
la educación básica y la capacitación de los profesores. Con este propósito, la
Secretaría de Educación Pública se comprometió a apoyar las evaluaciones de los
profesores, las evaluaciones en la sala de clases y aquellas realizadas a nivel
nacional.
En 1994, después de cinco años de
evaluaciones de la calidad de la educación en México, la Secretaría emitió un informe acerca de los
conocimientos y las habilidades de 480.000 profesores como asimismo el
rendimiento de 2,8 millones de niños de educación básica y secundaria.
Sus principales conclusiones
fueron que los niños que habían asistido a la educación preescolar obtenían
puntajes más altos que aquellos que no lo habían hecho; los niños que habían
repetido el sexto grado como asimismo aquellos que estaban trabajando exhibían
un menor rendimiento que aquellos que nunca habían repetido y aquellos que no
trabajaban; los niños que asistían a escuelas urbanas o privadas obtenían mucho
mejores resultados que aquellos que asistían a escuelas rurales y públicas; los
puntajes más bajos se encontraban entre los niños que asistían a escuelas
indígenas y comunitarias, que contaban con instalaciones inadecuadas y
profesores con menor nivel de capacitación, y los niños que obtenían los
mejores puntajes asistían a escuelas urbanas y tenían padres que exhibían un
mayor nivel de educación. Mientras que los niños de primer y segundo grado
obtenían puntajes cercanos a lo que los investigadores y diseñadores de
currículos esperaban, sus puntajes bajaban sucesivamente cada año en términos
del porcentaje de respuestas correctas.
Las autoridades mexicanas
informaron también que era imposible medir sistemáticamente el desempeño de los
profesores en la sala de clases, debido a que las poblaciones de alumnos eran
extremadamente diversas y aún existían dificultades técnicas.
Como se mencionara anteriormente,
México participó cabalmente en el TIMSS, pero en el último momento decidió no
publicar los resultados. Esta decisión no debiera sorprender si se considera la
renuencia general de México a divulgar los resultados de los exámenes en el
pasado, tratándoselos en ocasiones como
secretos de Estado. Si bien las actitudes han cambiado desde entonces y actualmente
se divulgan los resultados de las evaluaciones correspondientes a la escuela
básica y secundaria, esto aún se hace con alguna ambivalencia. La
característica más distintiva del sistema de evaluaciones de México es que ha
evaluado sistemáticamente los conocimientos y la capacidad de los profesores.
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